Una teletrabajadora pospone sus tareas profesionales ante el ordenador portátil por su carácter procrastinador que no le permite comenzar a realizarlas

¿Eres un procrastinador crónico? Identifica las señales que lo revelan

En una sociedad que se mueve a un ritmo frenético, la procrastinación se ha convertido en la sombra persistente que se cierne sobre nuestros sueños y objetivos. ¿Te has preguntado alguna vez si eres víctima de la procrastinación crónica?

Descubre como destapar las señales ocultas que sabotean tu productividad laboral y crecimiento personal, para así tener una mayor disciplina, autocontrol y dominar la gestión del tiempo.

Bienvenido a un viaje introspectivo que te hará cuestionar esos «cinco minutos más» que se transforman en horas perdidas. Desvela las sutilezas de dejar de hacer las cosas para más tarde o tomar decisiones cuando toca.

Desentraña los secretos que están impidiéndote alcanzar tu máximo potencial. Evoluciona en desarrollo personal para enfrontarte a los hábitos de procrastinación y un comportamiento de comenzar después las cosas importantes.

Señales claras que eres un procrastinador crónico

La procrastinación es el acto de posponer tareas importantes. La gente lo hace porque siente que el impulso de posponer es irracionalmente más fuerte que su fuerza de voluntad para actuar.

Para algunos es una tendencia que se convierte en un hábito permanente que afecta negativamente la productividad y el bienestar general.

¿Te preguntas si eres uno de ellos? Aquí hay algunas señales reveladoras que indican que eres un procrastinador crónico:

Pospones tareas importantes de forma regular

El postergador persistente no solo pospone labores ocasionalmente, sino que lo hace de manera consistente.

Si encuentras excusas frecuentes para evitar tareas cruciales, es más que posible que estés en camino de convertirte en una persona que retrasa habitualmente.

Te enfrentas a plazos inminentes de manera constante

Siempre parece que tus proyectos se completan en el último minuto. Si experimentas la presión del tiempo con frecuencia y encuentras que trabajas mejor bajo esa presión, podrías tener aversión a encarar las labores que debes hacer.

Te distraes fácilmente

Los procrastinadores crónicos son propensos a distraerse con facilidad. Las redes sociales, el teléfono móvil, la televisión o cualquier otra cosa pueden convertirse en excusas para evitar el trabajo que necesitas hacer. Si ves que tu atención se desvía constantemente, es un signo que tienes este problema.

Sufres de culpa después de procrastinar

Después de posponer una tarea, ¿te sientes culpable o arrepentido? Este sentimiento de culpa es común entre los procrastinadores permanentes. Siempre prometes cambiar, pero la siguiente actividad importante se retrasa de nuevo.

Te falta motivación para iniciar tareas

Iniciar una labor es todo un desafío para este tipo de personas. A menudo, carecen de la motivación necesaria para comenzarla, incluso si comprenden la importancia de hacerlo.

Se produce porque se percibe como desagradable, aburrida o abrumadora. Si te encuentras luchando para dar el primer paso, la causa está clara.

Evitas compromisos a largo plazo

Es un problema que afecta la capacidad para comprometerse con metas a largo plazo.

Si evitas establecer objetivos lejanos en el tiempo o te resulta difícil mantener compromisos a largo término, lo haces para sentirte mejor a corto plazo, aunque a la larga sepas que es negativo, tiene consecuencias y genera malestar.

Te engañas a ti mismo con la “productividad falsa”

Estas personas con regularidad desarrollan hábitos de “productividad falsa”. Pueden pasar horas ocupados con actividades menos importantes o distracciones, engañándose a sí mismos creyendo que están siendo productivos.

Si te encuentras evitando tareas importantes al sumergirte en actividades menos prioritarias, eres un postergador permanente.

Excusas constantes

Siempre que tienes una excusa para evitar comenzar una tarea, incluso cuando las condiciones son ideales, estás cayendo en el patrón de dejar para después y no empezar ahora mismo.

La tendencia a postergar las responsabilidades lleva a una falta evidente de disciplina, la creación constante de excusas para justificar la demora y no encontrar nunca el momento de comenzar.

Perfeccionismo paralizante

Aunque parezca contradictorio, el perfeccionismo está vinculado a la procrastinación crónica.

Si te encuentras esperando el momento perfecto, tratando de perfeccionar cada detalle antes de empezar para asegurarte no cometer errores, entonces estás retardando iniciar con la labor que debes hacer.

Miedo al fracaso y la crítica

El miedo a fracasar o a recibir críticas son motivos que afecta a las personas a comenzar las actividades que deben realizar. Es una sensación que las paraliza y deciden retrasar el comienzo.

Falta de priorización

La incapacidad para establecer y seguir prioridades es un indicador habitual. Si constantemente te encuentras haciendo cometidos menos importantes en lugar de abordar las más cruciales, es posible que estés aplazando las responsabilidades importantes.

Estrategias de evitación creativas

Una característica por la que son conocidos estos individuos es por desarrollar estrategias ingeniosas para evitar el trabajo. Incluye actividades como la limpieza extrema, la organización meticulosa o el consumo excesivo de información irrelevante.

Si encuentras formas creativas de eludir tus tareas principales, es más que probable que estés postergando de manera crónica.

Autoengañarse con “mañana”

El uso constante de la palabra “mañana” es una señal evidente. Decirte a ti mismo que comenzarás al día siguiente puede convertirse en una excusa repetitiva que perpetúa el hábito de posponer deberes importantes.

Falta de confianza

Dudar de la propia capacidad para completar una tarea lleva a retardar el momento de realizarla o es poco probable que se lleva a cabo.

Esta falta de confianza en las propias habilidades hace que se retrase por el miedo al trabajo o el bajo rendimiento.

¿Cuáles son las excusas comunes utilizadas por los procrastinadores crónicos?

Los procrastinadores crónicos a menudo recurren a una serie de excusas para justificar su postergación. Identificar estas justificaciones es el primer paso para abordar el problema y ser consciente de tus patrones de pensamiento.

A continuación tienes algunos pretextos que se usan comúnmente por aquellos que dejan las cosas para más adelante:

“No es el momento adecuado”

La creencia de que el momento perfecto aún no ha llegado es una excusa común. Los procrastinadores crónicos posponen tareas importantes bajo la premisa de que las condiciones ideales aún no están presentes.

“Lo haré cuando esté inspirado”

Esperar la inspiración antes de abordar un quehacer es una justificación frecuente. Las personas con esta afectación a menudo aplazan el trabajo hasta que sienten una ráfaga repentina de motivación, lo cual es poco realista y poco confiable.

“Puedo hacerlo rápidamente más tarde”

La idea de que una tarea puede completarse rápidamente más tarde es un subterfugio para posponerla. Esta mentalidad subestima el tiempo y esfuerzo reales requeridos para realizarla.

“No tengo suficiente tiempo ahora”

La falta de tiempo es una excusa clásica utilizada por los procrastinadores crónicos. Aunque el tiempo puede ser limitado, a menudo esta afirmación es una forma de evitar el cometido en lugar de priorizar adecuadamente.

“Lo haré mejor bajo presión”

La creencia de que se desempeñan mejor bajo presión es otro pretexto común. Son capaces de posponer labores hasta el último minuto, creyendo que el estrés adicional mejorará su rendimiento.

“No estoy de humor”

La idea de que no estás en el estado de ánimo adecuado para abordar un quehacer o decisión es una manera para evitarla. Esta mentalidad lleva a dejarlo para luego, ya que se espera un estado de ánimo perfecto antes de comenzar.

“Es demasiado complicado”

La percepción de que una tarea es demasiado complicada es una justificación para posponerla. Los procrastinadores crónicos se sienten abrumados por la complejidad de una labor y, en consecuencia, evitarla.

“No tengo suficiente energía”

La falta de energía es otro argumento común utilizado para fundamentar la demora. Estos individuos posponen actividades bajo la premisa de la fatiga, ya que aseguran no tener la fuerza necesaria para abordarlas.

“No soy lo suficientemente bueno”

El perfeccionismo desemboca en la creencia de que uno no es lo suficientemente bueno para abordar una tarea en particular. Esta autocrítica se convierte en una argumentación para evitar comenzar.

«Tengo tiempo de sobra”

La percepción de que hay tiempo más que suficiente para realizar un cometido lleva a la postergación. Subestiman la urgencia de la situación y posponen el quehacer innecesariamente.

“Todo es igual de importante”

Ciertas personas se convencen a sí mismas de que todas sus tareas son igual de importantes, lo que lleva a una falta de priorización evidente y no se centran en llevar a cabo en primer término las más importantes.

“No es necesario hacerlo ahora”

Esta justificación implica restar importancia a la urgencia de una actividad, lo que lleva a posponerla en favor de una gratificación más inmediata, sin tener en cuenta consecuencias futuras.

“Lo haré después”

Supone retrasar el inicio de una labor buscando aplazarla al máximo, sin un límite establecido, hasta que no haya más remedio que efectuarla. La persona aprovecha este periodo para realizar otros quehaceres para realizar primero.

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