Un hombre procrastina delante el ordenador portátil

Qué es procrastinar y cómo dejar definitivamente de hacerlo

Unas personas son conscientes que lo padecen. Otras, en cambio, no saben que es aquello que no les permite arrancar. La procrastinación es una palabra que cada vez se oye más. Seguro que todos lo hemos sufrido en algún momento.

En el caso que aparezca en algún instante, lo ideal es que se vaya tal y como ha aparecido, que no se vuelva una costumbre. Pero para esto hemos de ser conscientes y trabajarlo.

Pero primero de todo. ¿Qué es procrastinar? Su definición muestra que se trata de diferir, aplazar cualquier acción. El origen etimológico lo deja bien claro. Procrastinación proviene del latín procrastinare, que significa adelante (pro) mañana (castrinus). Por lo tanto, hacer cualquier cosa más tarde.

Los motivos son varios pudiendo ser por pereza, porque es una tarea o decisión que no apetece realizar en el momento, o que simplemente no se quiere hacer y se priorizan otras cosas para no tener que afrontarlo.

Este es uno de los grandes males que se arrastran y que pueden acabar repercutiendo en la salud de la persona o en la vida personal y laboral. Por este motivo es importante que no se convierta en un muro ni en un obstáculo.

Es habitual sentirse culpable por no hacer lo que toca en su debido momento, que pase el tiempo y exista la sensación de no haber hecho o empezado nada. Se trata de no poner excusas, no autoengañarse y desarrollar la autodisciplina. Esta, si no existe, debe trabajarse para que se convierta en un hábito.

¿Por qué se produce la procrastinación?

Seguro que muchas personas se pueden sentir identificadas con algunos de estos ejemplos. Debe afrontarse una tarea o decisión, pero esta se retrasa hasta que no queda otro remedio que llevarla a cabo.

Si delante hay un ordenador o el teléfono móvil, será mirando internet o lo que aparece en las redes sociales. O perdido entre videos de Youtube y series de Netflix, convenciéndose uno mismo que ese es el último capítulo que miran y a continuación se ponen con lo importante, lo que toca hacer.

También los hay que realizan cualquier actividad antes que hacer lo que están evitando deliberadamente. Las tareas del hogar son un sustituto recurrente. Para eludir responsabilidades cualquier asunto vale para un procrastinador.

La consecuencia está en posponer de manera innecesaria una acción por diferentes motivos, desde la pereza a no querer afrontarlo porque produce dolor. La falta de motivación es un elemento destacado para postergar las cosas.

Existen los procrastinadores eventuales que posponen de manera no habitual, y luego están los crónicos que lo hacen de forma recurrente.

¿Te suena de algo alguna de estas frases?

  • Lo haré en otro momento porque ahora no puedo.
  • No tengo los recursos necesarios para hacerlo.
  • No tengo ganas.
  • Ya lo haré mañana.
  • Ahora no es un buen momento.
  • Trabajo mejor bajo presión.
  • Es que estoy esperando a que…

Son frases recurrentes que se dice uno mismo para procrastinar y darse la razón. Son justificaciones que se realizan para dar fuerza a la decisión de aplazar lo que se tenga que hacer, apareciendo el síndrome de dejarlo todo para mañana.

Consejos para dejar de procrastinar

Es cuestión de tener atención y no dispersión. El cerebro recibe multitud de estímulos cada segundo y estos deben saberse canalizar.

No tienen que ser una fuente problemática que provoque dejar de avanzar, quitando la motivación y el esfuerzo ante acciones y decisiones que se han de realizar, o para tener la energía suficiente para completar tareas aburridas. Además esta situación si se alarga se hace una montaña e irá a peor, pudiendo crear estrés.

Primero de todo se tiene que identificar el problema para saber cómo evitar la procrastinación. Reconocer que está pasando para combatirlo. Porque no sirven las excusas y cuando se produce sólo hay un culpable.

Eres tú el único responsable de tus actos. Te afecta y debes aceptarlo, por lo que se trata de trabajar duro, creer en ello y tendrás la solución para dejar de procrastinar.

Si no llegas a la raíz del problema no podrás vencer a la pereza. Debes tener dominio sobre tu concentración, saber que te impide avanzar e ir acumulando cosas, que sabes que en un momento u otro tendrás que llevar a cabo.

Causas de la procrastinación

Los motivos que llevan a una persona a procrastinar son diversos y se producen por varias razones. Pueden ser rasgos de la personalidad, o excusas de todo tipo para dejar de ser productivo.

Los principales motivos para procrastinar son:

Incapacidad de comenzar

El primer paso es el más importante y el que en ocasiones más cuesta ejecutar. Existen personas que no son capaces de darlo. Los motivos son múltiples. Pero no lo consiguen hasta que no hay otro remedio.

Y claro, cuando lo dan no es en las mejores condiciones porque están obligados y el tiempo se les tira encima. Existe la conciencia que se debe comenzar, pero no son capaces de hacerlo de manera inmediata. Lo posponen todo lo que pueden.

Demasiada complejidad

Cuesta que algunas acciones o tareas se lleven a cabo si se consideran que son difíciles de completar, o que el proceso para hacerlo será largo.

Estas características provocan que se posponga el hecho de ponerse en marcha por la conciencia existente del trabajo que hay por delante y el esfuerzo personal que va a suponer.

Rechazo

Existen decisiones, tareas o trabajos que suponen un rechazo total por parte del propio individuo. El razonamiento emocional expresa que no quiere realizar esa acción y como más se piensa menos se quiere hacer.

Va a más y es complicado superarlo si no cambia de mentalidad y elimina la negatividad. Si no se produce existirá un muro que no permitirá comenzar.

Miedo al fracaso

Nuestras emociones nos hacen malas pasadas. El temor a fallar, a que las cosas no salgan como uno mismo y los demás pensaban, es uno de los impedimentos que llevan a iniciar un trabajo que llevará a un resultado. Los pensamientos negativos se repiten, como los comentarios malos que se creen que sufrirán.

Existe en estos casos una preocupación exagerada, que se ve maximizada en aquellos que tienen una baja autoestima, con inseguridades hacia las propias capacidades. Como mayor es el desafío más grande es el miedo que aparece.

Miedo al éxito

Es una sensación que se presenta por sentirse abrumado por la respuesta positiva del trabajo realizado. Por lo tanto evitan tener que hacerlo. Por diferentes razones hay personas que creen que no merecen el éxito y ser reconocidas por su labor. Esto no tiene que ver con sus capacidades, porqué las tienen.

Miedo a la evaluación

En estos casos existe un horror exagerado a ser examinado por los demás y recibir comentarios negativos. En la mayoría de los casos este temor es exagerado o injustificado, pero puede provocar cuadros importantes de ansiedad a medida que se va postergando el inicio, porque en algún momento se tendrá que afrontar y llevar a cabo.

Distracciones

Es uno de los grandes males. Las formas de entretenerse son infinitas y estas son la antítesis de encarar las tareas. Hasta cuándo se están realizando efectúan pausas innecesarias.

El procrastinador puede ser consciente que está postergando sus obligaciones, pero aún así cae en la tentación porque el motivo de la distracción se considera más importante, entretenido o urgente.

Desorganización

Ser una persona desorganizada, en lo personal y lo profesional, comporta que se puedan producir algunos efectos, como el de la procrastinación.

No tener una agenda clara en el camino a continuar lleva a no seguir un rumbo claro, y en consecuencia, que puedan aparecer dudas de forma continuada sobre las decisiones a tomar.

Indecisión

Es una consecuencia de la manera en que se afrontan las situaciones. Hay personas propensas a dudar siempre, en no tener clara la decisión a tomar. Ni el momento en que hacerlo.

Hasta hay algunas que llegan a estar completamente paralizadas a causa de no saber que determinación tomar. Esta situación comporta un grado de incertidumbre constante y ansiedad a medida que se va dilatando en el tiempo.

No saber priorizar

Siempre deben primar las decisiones o acciones urgentes y más importantes por encima del resto. Pero estas a menudo son tediosas, por lo que se deja en primer plano las tareas más fáciles de realizar, acumulando las que son más complicadas o simplemente no apetecen hacer. Así la bola cada vez se irá haciendo más grande.

Falta de habilidades

Los que piensan que por sus características y condiciones no están capacitados para alguna actividad, ya sea física o mental, alargan todo lo que pueden el comienzo para disimular sus carencias ante los demás. Preferiría no tener que hacerlo para no descubrir, según valora, sus carencias.

Mala previsión

Uno de los motivos más habituales para procrastinar es afirmarse a uno mismo que tiene tiempo de sobras para completar una tarea. Esta afirmación proporciona una excusa perfecta para actuar de esta manera. En vez de ponerte en acción, lo pospones hasta que no hay más remedio.

Entonces es cuando el reloj se te viene encima, llegan las prisas y se ve repercutida la calidad. Además que puede ocasionar situaciones estresantes.

Falta de concreción

Si los objetivos no están claros existe la posibilidad que la falta de concreción lleve a divagar y que el camino sea más largo que si la meta fuera clara y estuviera bien definida. Debes ser concreto y preciso en el propósito y en cómo se actuará para cumplir correctamente con la finalidad planteada.

Sentirse agobiado

Es una sensación que aparece por diferentes motivos, desde sentirse contrariado por tener que realizar una tarea, a presentarse esta como demasiado complicada y extensa en el tiempo.

La reacción es evitar realizarla porque las sensaciones no son nada positivas. Estar preocupado de esta manera no ayuda porque es una sensación que puede ir a más si no se afronta en una fase inicial.

Fatiga

La falta de energía es una consecuencia que puede aparecer porque durante todo el día estamos tomando decisiones y realizando acciones, aunque todas ellas sean de carácter menor.

Aunque no nos demos cuenta, en cada momento estamos resolviendo algún detalle. Esto conlleva a que pueda producirse un cansancio que provoque fatiga y que ciertos aspectos se dejen para más adelante.

Pereza

Es un síntoma de falta de voluntad para realizar el esfuerzo necesario para completar una tarea. Incluso empezarla. Es el típico no tengo ganas de hacerlo.

Aunque el resultado de este esfuerzo sea positivo para la propia persona. El desenlace consiste en evitar la realización de cierta actividad con cualquier justificación.

Desmotivación

No debe confundirse con la pereza. Aunque la tarea que debe afrontar no se presente especialmente complicada o aburrida, no existen las ganas necesarias para llevarla a cabo.

No está presente el elemento motivacional suficiente para arrancar, por lo que se va postergando repetidamente, esperando a que en algún momento llegue la motivación necesaria.

Ansiedad

A muchas personas afrontar un nuevo reto o tarea se les hace un mundo, y esto desemboca en ansiedad. Esta situación conlleva a retraserse al máximo el inicio.

Pero la coyuntura puede ser peor, porque precisamente esta procrastinación, siendo consciente que se está produciendo, puede acarrear un grano mayor de ansiedad con el paso del tiempo.

Perfeccionismo

Puede llevar a no empezar un proyecto si uno tiene la creencia que no lo hará lo suficientemente bien, que cometerá errores y no está a la altura de las expectativas. El grado de calidad es el máximo con el propósito que esté todo impecable, sin ningún fallo ni nada que falte.

El nivel de perfeccionamiento irracional. Se siente imposible alcanzar la excelencia y aparece la presión en uno mismo y el pánico al fracaso.

Depresión

Los problemas relacionados con la depresión afectan directamente a la productividad de la persona, ya que su estado de salud y de ánimo provoca que sea difícil empezar y terminar cualquier acción.

Esta enfermedad también provoca problemas de fatiga, poco interés por las actividades y dificultad para concentrarse.

TDAH

Las investigaciones indican la relación entre la procrastinación y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Las personas afectadas pueden posponer las cosas a causa de las distracciones y la falta de concentración.

Si las tareas no son suficientemente estimulantes provoca que pierdan su atención y realicen otras, que pueden ser que tampoco las concluyan.

TOC

El Trastorno obsesivo-convulsivo (TOC) puede llevar a procrastinar porque la persona llega a un grado elevado de perfeccionismo, que provoca un temor a cometer errores por las expectativas que los demás tienen depositadas sobre ellos. Postergar las acciones también pueden venir venidas a causa de la indecisión.

Cómo dejar de procrastinar

Para combatir la procrastinación y dejar de posponer las cosas lo mejor es confeccionar una serie de estrategias, trabajándolas para que sea posible afrontar los quehaceres sin mayores problemas.

Para conseguirlo debe haber un autocontrol y desarrollar hábitos de personas productivas para lograrlo. Algunos de estos son:

1. Establecer metas realistas: uno se puede sentir abrumado por todo lo que tiene delante. Por este motivo es necesario que los objetivos marcados sean asumibles y no demasiado exigentes o poco razonables, porque pueden producir estrés y ansiedad. De esta manera se mantiene la motivación cuando las metas se hayan cumplido.

2. Saber priorizar: es fundamental. Las tareas y decisiones más importantes son las que deben asumirse en primera instancia. De nada vale dejarlo para más tarde, porque se tendrá que realizar igualmente y es una losa que estará ahí y afectará al rendimiento. Se trata de tener disciplina.

3. Alcanzar pequeños logros: para no sentirse demasiado abrumado por lo que hay por delante, es una buena opción ponerse pequeños objetivos hasta llegar a la culminación de la meta de manera satisfactoria. Por este motivo se pueden poner pequeños propósitos que se verán recompensados una vez alcanzados. De esta manera, a medida que se consigan, la motivación aumentará.

4. Eliminar las distracciones: Todos los elementos que supongan una dispersión respecto a lo que se está haciendo o debe realizarse se tienen que alejar. Si es necesario apartar el móvil, silenciarlo o dejarlo en modo avión para que no se produzca ningún aviso, no dudes en llevarlo a cabo. Tu atención y productividad lo agradecerá.

5. Ser positivo: es la mejor manera de afrontar cualquier eventualidad. Cuando se trata de encarar una tarea, la mejor manera de hacerlo es con optimismo, aunque sea complicada. Si se produce algún mensaje negativo alrededor este debe transformarse y utilizarlo para motivarse, iniciar la acción y completarla satisfactoriamente.

6. Visualizar el futuro: deben quedar apartados los elementos limitantes y pensar en la satisfacción futura por haber realizado correctamente la tarea que suponía un problema personal o la decisión que costaba efectuar. Este hecho ayudará a encontrar la fuerza y la motivación para llevarlos a cabo. Una vez resuelto satisfactoriamente permitirá que la próxima ocasión en la cual pueda surgir alguna incidencia del mismo tipo, sea más fácil de solucionar sin que se posterguen los deberes.

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