Dos reclutadores emplean el test de la silla en una entrevista de trabajo para analizar al candidato

El curioso test de la silla: la trampa silenciosa que utilizan en las entrevistas de trabajo

Llegas puntual a tu entrevista de trabajo, saludas con seguridad y, al sentarte, notas que la silla se tambalea. ¿Qué harías? Bienvenido al test de la silla, una práctica diseñada para observar tu reacción frente a lo inesperado.

Más allá de tus respuestas técnicas, en ese instante analizan tu capacidad de adaptación, tu forma de comunicarte y tu actitud ante un inconveniente inesperado.

A los entrevistadores y personal de recursos humanos les proporcionas una información valiosa de cara al proceso de selección, ya que revela rasgos de personalidad y habilidades sociales que no siempre se evidencian en una conversación.

Detrás de ese gesto se ponen a prueba competencias blandas, como la iniciativa, la asertividad, la aptitud en resolución de problemas y la tolerancia a la incomodidad.

Si estás en plena búsqueda de empleo, conocer esta dinámica te dará ventaja. Sabrás identificarla y reaccionar con seguridad, mostrando lo mejor de ti sin dejar que una silla inestable condicione tu proceder.

¿En qué consiste el test de la silla?

El test de la silla es una dinámica utilizada en algunas entrevistas de trabajo que, a primera vista, parece un simple descuido logístico. El reclutador ofrece al candidato una silla que está coja, incómoda o mal ajustada, y observa cómo reacciona.

En ciertos casos, se coloca cerca otra en perfectas condiciones, como si fuera una alternativa evidente, pero que el aspirante debe decidir si usar o no.

El objetivo no es la comodidad física, sino la reacción conductual. Lo que para el postulante parece un accidente —una silla que se tambalea o que genera incomodidad— en realidad forma parte de un pequeño experimento diseñado para analizar:

  • Si el entrevistado detecta el problema y actúa en consecuencia.
  • Si pide un cambio de manera educada o prefiere mantenerse en silencio.
  • Si opta por aguantar la situación para no interrumpir la conversación.

En esencia, se trata de una prueba de observación: no hay instrucciones explícitas ni se advierte que se está evaluando la conducta. La información que el reclutador extrae no está en lo que el candidato dice, sino en lo que hace ante un obstáculo en apariencia trivial.

El modo en que alguien reacciona ante este tipo de situaciones se utiliza como un indicador de su estilo de comunicación, asertividad y capacidad de resolución.

¿Qué buscan los reclutadores con esta prueba?

El test de la silla evalúa aspectos del comportamiento del candidato. Para quienes lo aplican, la manera en que alguien responde ante una situación incómoda o inesperada revela competencias blandas difíciles de medir con preguntas directas.

Algunos de los aspectos que los reclutadores observan son:

Iniciativa y proactividad

¿El candidato detecta el problema y hace algo al respecto o prefiere aguantar? Pedir un cambio de silla o proponer una solución se interpreta como una muestra de iniciativa y disposición a resolver obstáculos.

Asertividad y comunicación

La forma de expresar la molestia importa tanto como la acción en sí. Un aspirante que señala el problema con cortesía y seguridad demuestra habilidades comunicativas útiles en entornos laborales donde es necesario transmitir necesidades sin generar conflicto.

Capacidad de resolución de problemas

El test también funciona como un microescenario para ver cómo se enfrenta alguien a un inconveniente imprevisto. Cambiarse de asiento, pedir ayuda o improvisar una solución refleja la habilidad de actuar con rapidez.

Manejo del estrés y adaptabilidad

Para algunos reclutadores, observar si el candidato mantiene la calma en una situación incómoda es una forma de medir resiliencia. Incluso si decide no decir nada, la actitud con la que gestiona la incomodidad da pistas sobre su tolerancia a la presión.

¿Cómo reaccionar ante el test de la silla?

Cuando un postulante en el proceso de selección se enfrenta al test de la silla, la situación causa sorpresa o incluso incomodidad. Lo primordial está en cómo gestionar el momento con naturalidad, ya que lo que se evalúa no es tanto el inconveniente en sí, sino la forma de reaccionar frente a él.

No existe una única respuesta correcta, pero sí hay estrategias que transmiten profesionalidad y seguridad.

Pedir el cambio con cortesía

Si resulta demasiado incómoda o inestable, una reacción válida es señalar el problema de forma educada. Por ejemplo:

“Perdona, ¿habría posibilidad de usar otra silla? Esta se tambalea un poco.”

“¿Podríamos cambiar de asiento? Me resulta un poco difícil concentrarme en esta silla.”

Este tipo de respuestas demuestra asertividad, capacidad de comunicación y respeto hacia el interlocutor.

Proponer una solución práctica

Otra opción es identificar el problema y resolverlo, siempre con una actitud tranquila:

Tomar la otra silla disponible sin esperar permiso, si la situación lo permite.

Ajustar la silla (si es regulable) para estabilizarla.

Este comportamiento transmite iniciativa y confianza en la propia aptitud de acción.

Mantener la calma y adaptarse

Si el problema es leve y no impide el desarrollo del encuentro, también es válido continuar sin interrumpir. En este caso, lo importante es no dejar que el malestar se refleje en nerviosismo excesivo. Es interpretado como tolerancia a la frustración o capacidad de adaptación.

Lo que no debes hacer ante el test de la silla

Así como existen formas recomendables de reaccionar, también hay actitudes que conviene evitar porque es posible que den una impresión negativa. Estos son algunos errores comunes que deberías considerar:

Quejarte de forma exagerada

Decir frases como “¡Qué silla más incómoda!” o mostrar molestia desde el primer momento te hace parecer poco profesional o demasiado sensible a pequeños inconvenientes.

Dramatizar la situación

Si bien el asiento es incómodo, exagerar el problema o convertirlo en el foco del encuentro proyecta falta de autocontrol. Se trata de mantener el equilibrio, reconocer el problema sin hacerlo más grande de lo que es.

Mostrar irritación o mal humor

Cruzar los brazos, resoplar o poner mala cara transmite impaciencia y baja tolerancia al estrés. Recuerda que lo que más se valora en este test es tu condición para mantener una actitud positiva pese al inconveniente.

Ignorar el problema de manera evidente

Si se ve defectuosa y te limita, quedarte callado solo por miedo a importunar puede interpretarse como falta de iniciativa o inseguridad. No se trata de aguantar a toda costa, sino de resolver con tacto.

Bromear de manera inapropiada

Un comentario irónico como “¿esta es la prueba de resistencia?” rompe la formalidad de la entrevista de empleo y resulta fuera de lugar, a menos que el reclutador muestre un tono distendido.

Perder la concentración

Si decides continuar sin decir nada, cuida que la molestia no se note en tu lenguaje corporal. Mover la silla constantemente, balancearte o mostrar nerviosismo distrae más que pedir el cambio con calma.

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